Cuando
hablamos de productividad científica, uno de los nombres que
inmediatamente se nos viene a la cabeza es el de Thomas Alva Edison.
Posiblemente, sus 1093 patentes registradas a lo largo de sus 84 años de
vida tengan la culpa de esta rápida asociación mental. Entre sus
múltiples y variopintos inventos destacan el fonógrafo, la cámara de
cine y la bombilla incandescente.
Es más que evidente que, para conseguir ese alto grado de productividad,
Edison debía de trabajar incansablemente, así como tener bien
establecido un patrón de trabajo.
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